Rutina express para no desaparecer del todo

Rutina express para no desaparecer del todo

Hay días en los que simplemente no puedes con todo. Ni con la agenda. Ni con tus emociones. Ni con tu cara frente al espejo.

Yo los he vivido. Días donde apenas si logro abrir los ojos, donde el desayuno no alcanza y los pendientes me comen viva. En esos días, lo último que quiero es una rutina de 10 pasos o una mascarilla de 20 minutos. Pero tampoco quiero desaparecer.

Porque aunque me sienta agotada, desconectada o en modo automático, todavía estoy aquí. Y para no perderme por completo, tengo mi rutina express.

Es mínima porque es lo justo para salvarme.

💧 1. Agua fría y un respiro

Ni siquiera prendo la regadera. Solo voy al lavabo, abro la llave de agua fría y me mojo la cara con ambas manos. Ese gesto, tan básico, me recuerda que estoy viva y presente.

A veces respiro profundo ahí mismo, con los ojos cerrados, y me repito algo sencillo como: “Estás aquí. No necesitas poder con todo.”

🧴 2. Hidratación mínima pero intencional

Me aplico un poquito de crema hidratante, la que me deja la piel suave y me hace sentir menos áspera por dentro.

No lo hago por belleza. Lo hago por cariño propio. Es mi manera de decirme: “Hoy tal vez no tengo energía, pero no me dejo del todo.”

🧠 3. Algo que huela bonito

Un toque de aceite esencial en la muñeca o una bruma con aroma fresco. Eso me cambia el chip, aunque sea un poco. El olor a lavanda, a cítricos, a vainilla… algo que me saque del modo “nube gris” y me regrese al presente.

💄 4. Un detalle visible

Un rubor, un bálsamo con color, una coleta peinada con intención. No me maquillo por obligación ni para los demás. Lo hago porque cuando me veo un poquito mejor, me siento menos invisible.

Ese mínimo gesto me hace pensar: “Aquí estás”

☕ 5. Una pausa para mí (aunque sea de 3 minutos)

Antes de sumergirme en el día, me hago un té o un café y me doy tres minutos sin pantalla, sin pendientes.

Solo yo. Mi taza. Mi respiración. Porque si el día va a ser pesado, necesito empezar conmigo en buen mood.

Ejemplos reales donde esta rutina me ha sostenido:

1. Después de una noche sin dormir: cuando mis hijos se enfermaron y yo sentía que no daba una.

2. En un duelo emocional: cuando perdí a alguien importante y no tenía fuerzas para arreglarme, pero tampoco quería abandonarme.

3. En días de ansiedad: donde todo me abrumaba y solo necesitaba un punto de anclaje.

Esta rutina no es de belleza. Es de sobrevivencia emocional. Es mi manera de no desaparecer cuando todo pesa. Es un recordatorio suave de que merezco cuidado, incluso en mis días más oscuros.

Y si tú también has tenido esos días —que seguro sí—, te regalo esta rutina express como un abrazo chiquito, pero verdadero.

Tú también sigues aquí. No estás sola.