Durante mucho tiempo me hablé mal frente al espejo. “Ya se me ven las arrugas”, “no tengo piel bonita”. Y sí, yo usaba los mejores productos, pero me di cuenta que ningún suero puede sanar lo que pienso de mí misma si no cambio el diálogo interno. Fue ahí donde descubrí el poder de las afirmaciones positivas, y desde entonces, se volvieron parte de mi rutina de skincare.
¿Qué son las afirmaciones positivas?
Son frases que digo en voz alta o en mi mente, todos los días, mientras me cuido. Y no, no es solo repetir cosas bonitas sin sentido. Es reconocer que mi piel merece cuidado, amor y paciencia, igual que el resto de mi cuerpo y mi mente. Las afirmaciones me ayudan a mirar con más cariño esa textura, esa línea de expresión, esa marquita de acné… lo que antes criticaba, ahora lo abrazo.
Cómo las integro en mi rutina de piel
Mi momento favorito para hacerlo es mientras aplico mis productos. Es mi espacio sagrado, el único del día donde solo estoy yo, sin prisas. Así es como lo hago:
1. Al aplicar mi limpiador facial: “Hoy me limpio de lo que no me hace bien, por dentro y por fuera.”
2. Cuando me pongo el tónico: “Mi piel respira, se renueva y agradece.”
3. Con el suero o crema hidratante: “Nutro mi piel con amor.”
4. Al mirarme en el espejo: “Mi belleza es única. Mi piel cuenta mi historia y la celebro.”
Algunos ejemplos de afirmaciones que uso (y amo):
· “Mi piel está en proceso de sanación y confío en ella.”
· “Hoy elijo hablarme con respeto.”
· “Cada línea en mi rostro es parte de mi historia.”
· “Me acepto completa, con poros, textura y luz propia.”
· “Soy constante, y eso transforma mi piel día con día.”
Casos reales donde las afirmaciones me cambiaron la forma de cuidarme
1. Después de una crisis de acné hormonal, repetirme: “Esto no me define. Mi piel es resiliente” me ayudó a no esconderme ni a dejar de salir.
2. En los días donde no me sentía guapa, aunque tuviera toda mi rutina hecha, repetía: “Estoy aprendiendo a amarme, paso a paso”, y eso bajaba mi ansiedad.
3. Antes de una cita importante, me miro al espejo, respiro profundo y digo: “Mi energía es lo más atractivo que tengo”. ¡Y cambia mi postura y mi sonrisa!
Las afirmaciones positivas no solo son palabras; son actos de amor diario. Son mi recordatorio de que mi piel merece ser amada y respetada. Porque cuidar de mí no empieza en el frasco, empieza en lo que me digo cuando estoy enfrente del espejo.