El efecto invernadero y cómo afecta mi salud

El efecto invernadero y cómo afecta mi salud

Por mucho tiempo pensé que el efecto invernadero era un tema lejano, algo de científicos y documentales. Pero cuando comencé a cuidar de mi salud y mi piel con más conciencia, entendí que también me está afectando a mí, en mi día a día, y mucho más de lo que imaginaba.

¿Qué es el efecto invernadero? 🌍

De forma natural, el efecto invernadero es un fenómeno necesario para la vida en la Tierra. Gracias a él, nuestro planeta mantiene una temperatura estable, ideal para vivir. Los gases como el dióxido de carbono, vapor de agua, metano y óxidos de nitrógeno atrapan parte del calor del sol y lo retienen en la atmósfera.

Hasta ahí todo bien. El problema empezó cuando el exceso de actividad humana —la quema de combustibles fósiles, la deforestación y el uso de productos industriales— elevó drásticamente la concentración de estos gases. Esto ha intensificado el efecto invernadero, provocando un calentamiento global acelerado y un desequilibrio en los ecosistemas.

Datos clave:

· Desde la Revolución Industrial, la concentración de CO₂ en la atmósfera ha aumentado en más de 50%.

· El calentamiento global ha provocado un aumento promedio de 1.1 °C en la temperatura del planeta, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).

· México es uno de los países más vulnerables al cambio climático debido a su geografía y niveles de urbanización.

 

¿Y cómo me afecta a mí?

1. Mi piel lo resiente

El aumento en la temperatura y radiación UV no solo seca la tierra, también seca mi piel. La exposición prolongada a estos factores afecta la barrera cutánea, provoca envejecimiento prematuro, manchas y sensibilidad extrema.

Por eso, uso protector solar de amplio espectro incluso dentro de casa (sí, la luz de las pantallas también afecta), y me aseguro de incluir antioxidantes en mi rutina.

2. Mi salud respiratoria cambia

Con más gases contaminantes y menos árboles, la calidad del aire baja. En ciudades como la CDMX o Monterrey, los niveles de ozono y partículas PM2.5 superan los límites seguros recomendados por la OMS.

Eso significa más alergias, fatiga respiratoria y hasta crisis de ansiedad. Desde que me hice consciente de esto, limito mis salidas en días con mala calidad del aire y uso plantas purificadoras en casa.

3. Mi salud mental se ve afectada

Estudios recientes (como los publicados en The Lancet Planetary Health) han vinculado el aumento de temperaturas extremas con altos niveles de ansiedad, irritabilidad y trastornos del sueño. Y eso lo viví en carne propia.

Lo que he cambiado para cuidar mi salud en este contexto:

1. Elegí cosmética responsable, con ingredientes naturales y sin contaminantes para el ambiente.

2. Hidrato mi cuerpo y piel más que nunca, porque el calor deshidrata todo.

3. Me alimento con más frutas y verduras antioxidantes, que protegen mis células del daño oxidativo.

4. Apoyo marcas mexicanas eco-conscientes, porque cada compra es una forma de votar por el mundo que quiero dejarle a mis hijos.

 

Cuidarnos va más allá de una buena rutina de skincare. Es tomar decisiones diarias que protejan nuestro cuerpo, nuestra mente y el entorno que compartimos. Porque no hay belleza sin salud, ni bienestar sin un planeta vivo.