El sebo ha sido durante mucho tiempo malentendido, asociado comúnmente con problemas como el acné o el exceso de grasa en la piel. Sin embargo, hoy sabemos que este componente natural desempeña un papel clave en el equilibrio y protección de nuestra piel. En este artículo exploraremos la importancia del sebo, su función en la barrera cutánea y cómo mantener su producción en niveles saludables para una piel radiante y protegida.
La clasificación de los diferentes tipos de piel varía según la proporción de hidratación y la cantidad de sebo o grasa que forman parte de la barrera cutánea. El agua procedente de las glándulas sudoríparas, junto con los lípidos de las glándulas sebáceas y los lípidos de la capa córnea, forman una emulsión que protege nuestra piel.
Los lípidos (sebo) producidos por las glándulas sebáceas se diferencian de los lípidos epidérmicos en cuanto a su composición. Los principales componentes del sebo son: escualeno, ceramidas, colesterol, triglicéridos y ácidos grasos no esterificados.
La cantidad de grasa superficial varía según la función de las glándulas sebáceas, que se distribuyen en mayor o menor medida dependiendo de la zona del cuerpo. Por ejemplo, se producen entre 5 a 10 mg/cm² en el tronco y las extremidades, y entre 150 a 300 mg/cm² en la frente.
¿Qué parte de nuestro cuerpo no produce sebo?
Las palmas de las manos y las plantas de los pies no producen sebo porque no tienen glándulas sebáceas.
Por muchos años, los productos cosméticos se enfocaban en reducir la cantidad de grasa en la piel para lograr una apariencia mate. Sin embargo, actualmente se sabe que el sebo cumple una función esencial en la salud de la piel.
El sebo hidrata y protege la piel, actuando como una barrera contra bacterias, virus y hongos, y nos protege de la radiación solar. Además, hay evidencia emergente de que el sebo tiene un papel inmunomodulador en diversas enfermedades de la piel, como el acné, la dermatitis atópica y la dermatitis seborreica, donde su composición cambia significativamente y contribuye al desarrollo de estas afecciones.
Existen muchos factores que pueden afectar la función de esta barrera protectora, así como la calidad del sebo que producimos. Algunos de estos factores incluyen: el estrés, una mala alimentación, el tabaquismo, la exposición frecuente a la radiación solar, factores ambientales y cambios bruscos de temperatura.
Por lo tanto, es fundamental utilizar productos que respeten el equilibrio natural de la piel, promoviendo una adecuada producción de lípidos e hidratación para evitar resequedad o un exceso de sebo.
El sebo es mucho más que un simple exceso de grasa en la piel. Es un componente esencial para mantener la salud cutánea, protegiendo y equilibrando nuestra barrera natural. Entender su función y cómo factores externos pueden influir en su producción nos ayuda a elegir los productos adecuados para mantener una piel sana y radiante. Recuerda, no se trata de eliminar el sebo, sino de lograr el equilibrio perfecto para una piel bien cuidada y protegida.
Fuentes.
- Gloria Gil-Castaño,1 Ricardo Cardona. Emollients: benefits, key elements, and clinical application. Rev Alerg Mex. 2020;67(2):128-141 DOI: 10.29262/ram.v67i2.730 128
- García Dorado*, P. Alonso Fraile. Anatomía y fisiología de la piel. Pediatr Integral 2021; XXIV (3): 156.e1 – 156.e13