¿Alguna vez sentiste que tu cuerpo te pedía ayuda?

¿Alguna vez sentiste que tu cuerpo te pedía ayuda?

Hay días en los que simplemente no puedes más. Te cuesta levantarte, pensar, hacer lo básico. Tu energía se va, el cuerpo se apaga y la mente se satura. Y aunque asusta, no estás fallando. Tu cuerpo no es tu enemigo: te está protegiendo.

No eres una máquina

Nos han enseñado a rendir todo el tiempo, a seguir aunque estés agotada, a poder con todo. Pero eso no es sostenible a largo plazo. Cuando tu cuerpo se apaga, no es debilidad: es una alerta. Es su forma de decir “necesito parar”.

Eso que llamamos colapso —ansiedad, agotamiento, llanto, enfermedad— muchas veces es la única manera en la que tu cuerpo logra que lo escuches.

¿Por qué pasa esto?

Porque muchas veces postergamos lo que sentimos. Vivimos en modo “tengo que” y dejamos al “necesito” fuera de la conversación.

· Dices que sí aunque quieres decir no.

· Te haces cargo de todo porque “puedes”.

· Te olvidas de ti misma mientras sigues funcionando.

Hasta que un día ya no puedes más. Y el cuerpo, que siempre está del lado de tu bienestar, te frena como puede. Cabe mencionar que colapsar no es sinónimo de fracasar y déjame decirte: No estás rota, no estás exagerando y no es flojera, simplemente es tu cuerpo pidiendo lo que tal vez tú no te habías permitido: descansar, sentir o hasta pedir ayuda. Aceptar la reacción de tu cuerpo es parte de un proceso, en vez de ignorarlo, es mejor escucharlo.

¿Qué hacer cuando ya colapsaste?

· Descansa. Lo urgente puede esperar.

· Pide ayuda. No tienes que poder sola.

· Hazle caso a tu cuerpo. ¿Qué te está pidiendo?

· No te culpes. Esto no es un error, es una señal.

A veces, tu cuerpo es el único que se atreve a gritar lo que llevas tiempo callando. Y aunque el colapso duela, también puede ser una puerta: la que te regresa a ti, a lo que necesitas, a lo que ya no puedes ignorar.

No estás sola. No estás mal. Estás escuchándote.